sábado, 16 de octubre de 2010

Una terapia peligrosa

El cine de género es algo típicamente americano. Ellos lo inventaron, ellos lo desarrollaron y, también ellos, lo recuperan siempre que les parece. Y son maestros en combinar dos o más partituras sin que chirrien las notas ni los compases se atropellen. Pura filigrana, porque si sale bien, el resultado suele ser una obra maestra.

Harold Ramis es un director que cada vez rueda mejor. Tiene en su cartera varios trabajos como guionista, tarea en la que se dio a conocer con “Desmadre a la americana”. Después se hizo cargo de “El pelotón chiflado” y remató su faena como escritor con las dos partes de “Los cazafantasmas”. Como director debutó en 1980 con “El club de los chalados”, pero el acelerador lo pisó definitivamente con dos películas muy apreciables: “Atrapado en el tiempo” y la más reciente “Mis dobles, mi mujer y yo”. Ambas son pequeños brillos en la noche americana que tan densa se nos antoja a veces.

Ramis presenta ahora su último trabajo, para el que ha reunido los mejores ingredientes: una buena historia, dos magníficos actores (sin olvidar al gran Palmintieri que, agazapado en la narración, nos deslumbra con su papel secundario) y un firme pulso de director con ideas claras y arte demostrado. Todo ello a pesar de la dificultad del reto que se le presentaba: “Trabajar con Robert de Niro era un gran desafío, porque representa parte del mejor cine que se ha hecho en los Estados Unidos en los últimos 20 años”. Incluso el brillante, aunque un tanto desaprovechado, Billy Cristal mostró sus temores antes del rodaje. Afortunadamente la química entre ambos actores funcionó desde el comienzo y eso, unido al buen tono que le ha dado el director a la película, convierte el producto final en una excelente obra cinematográfica.

Ser capaz de combinar dos mundos tan opuestos como el de los gángsters y el entorno aburguesado del psiquiatra formaba parte del cuerpo inicial del proyecto. Y ahí está el mérito del director, quien, al igual que hiciese Billy Wilder en “Con faldas y a lo loco” o Mankiewickz en “Ellos y ellas“, va mas allá de la simple parodia y roza con elegancia el homenaje a un género que ha dado excelentes obras maestras al cine.

Ramis ha llegado a este territorio de los homenajes con la humildad que caracteriza a los buenos artesanos, pero no por eso ha dejado de poner en evidencia su calidad a la hora de poner en solfa los lugares comunes del universo mafioso: las arias, las palmaditas en la espalda, las reuniones de jefes de familia, las chicas del gángster y las muestras de afecto mientras por la espalda le vacías el cargador al rival.

Y De Niro. Un actor que ha logrado la cima con un trabajo riguroso, concienzudo y de gran calidad. Su carrera , su nómina de películas, es un recorrido por la historia del cine. No caeremos en la vulgaridad de relatar los títulos en los que ha dejado su piel y su alma, pero es obligado mencionar, con muchísimo respeto, que se trata del actor que más y mejor ha retratado ese submundo (y, aveces, supermundo) que configuran los personajes mafiosos y que han aportado granos de genialidad a los páramos creativos que a veces asolan las producciones americanas. De Niro es, de lejos, uno de los actores más admirados del mundo, y, justo es añadirlo, con justicia.

En “Una terapia peligrosa”, De Niro es utilizado por el director precisamente porque se trata del máximo y mejor representante del cine mafioso. Con este detalle la película gana en credibilidad, porque uno de los más grandes iconos del género se convierte en una alegoría del patetismo, hecho carne en el personaje Paul Vitti.

Para cerrar el círculo, exponente de la perfección geométrica , en la película podremos disfrutar de la presencia de algunos secundarios de lujo, como Chazz Palmintieri, actor que ha conseguido papeles inolvidables en películas como “Una historia del Bronx”, opera príma como director de Robert de Niro, y “Balas sobre Broadway”, y Lisa Kudrow (“Friends”).

Magnífica película.

Juan Aº Pérez Bello - Alcorisa, 7-XI-99